Volver a recorrer las calles.
Volver a sentir su bullicio.
Volver a impregnarte del olor que deja la lluvia en las calles tras un día lluvioso.
Volver a sentarte en las terrazas para tomarte el aperitivo y que ese aperitivo dure hasta bien entrada la tarde.
Regresar a ese mundo imperante del caos, donde acelerabas tu vida porque no te daba tiempo a llegar al lugar indicado.
Volver incluso a disfrutar de los atascos.
Volver a esos tiempos donde quedabas con tus amigos simplemente para contaros vuestras tonterías y reíros hasta no poder más.
Volver a ponerte nuevas metas, o incluso retomar las que se habían quedado en el camino.
Volver a tomarte esa cerveza y decir: “Esta es la última, lo juro”, aunque sabes que luego no va a ser así.
Dejar que tu música favorita se vaya, desaparezca de tus auriculares para disfrutarla en directo como un niño con zapatos nuevos.
Volver…