Respirar.

Llegas a un sitio, a un punto que te ha costado mucho esfuerzo y tiempo.

Te ha costado mucho esfuerzo y tiempo llegar hasta ahí.

Pero cuando llegas allí, descubres que estás montado en una montaña rusa que va hacia abajo a toda velocidad y no la puedes parar.

Te despiertas por la mañana y una parte de ti te pregunta: “¿Y si no has escogido el camino correcto?

Te quedas pensando en lo que implica esa pregunta, le das muchas vueltas en tu cabeza durante mucho rato.

Te agobias, te desilusionas porque piensas: “Quizá esa parte de mí tenga razón. Quizá este no es mi camino”

Pero sigues luchando porque sabes que sí es tu camino. Sigues luchando porque siempre lo has hecho. No tiras la toalla a la primera de cambio.

La montaña rusa sigue bajando sin rumbo. Está a punto de llegar al final, de estrellarse.

Respiras hondo con los ojos cerrados, te tomas unos segundos.

Vuelves a abrir los ojos tras respirar hondo. Al hacerlo, descubres que la montaña rusa tiene un freno de mano.

Pruebas a tirar de él y al instante la montaña rusa se detiene.

Se detiene y vuelves a respirar hondo.

Decides seguir con tu lucha, con tus objetivos y tus metas.

Respirar…